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Doble vulnerabilidad: cuando la discapacidad y elAlzheimer se cruzan

El 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, una jornada que nos recuerda la importancia de dar visibilidad a una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo.

Sin embargo, existe una realidad menos conocida: ¿qué ocurre cuando el Alzheimer aparece en personas que ya conviven con una discapacidad previa?

En estos casos, los retos se multiplican y, en muchas ocasiones, pasan desapercibidos. Algunas personas con discapacidad tienen un mayor riesgo de envejecimiento prematuro y, en consecuencia, de desarrollar demencias a edades más tempranas. Es el caso, por ejemplo, de las personas con síndrome de Down, en las que la prevalencia del Alzheimer es significativamente más alta.

El diagnóstico también se vuelve más complejo. Diferenciar los síntomas iniciales de la enfermedad de las características propias de la discapacidad requiere una mirada clínica especializada y, sobre todo, una escucha atenta del entorno cercano. El retraso en la detección puede limitar las posibilidades de intervención y apoyo temprano.

A medida que el Alzheimer avanza, la necesidad de apoyos personalizados es clave. No se trata solo de acompañar los cambios cognitivos, sino también de entender cómo interactúan con las limitaciones previas de la persona. Cada caso es único, y por eso es imprescindible diseñar entornos inclusivos y flexibles que garanticen la mejor calidad de vida posible.

El impacto en la vida laboral y social es otra de las grandes cuestiones. Cuando ya existen barreras para acceder al empleo o para mantener un puesto de trabajo estable, el Alzheimer añade un desafío adicional que requiere más comprensión y adaptaciones. Los centros especiales de empleo y las organizaciones que trabajan por la inclusión
tienen aquí un papel fundamental: asegurar que las personas con discapacidad que desarrollan Alzheimer no queden invisibilizadas ni excluidas.

Ante este escenario, la sensibilización social es fundamental. Hablar del Alzheimer en el marco de la discapacidad es reconocer una doble vulnerabilidad que exige respuestas coordinadas desde la sanidad, los servicios sociales y el ámbito laboral. Porque detrás de cada diagnóstico hay una persona con historia, con vínculos y con derechos que deben ser respetados.

El Alzheimer no borra la dignidad ni la capacidad de aportar de quienes lo viven. Nuestra responsabilidad colectiva es garantizar que la inclusión acompañe a las personas con discapacidad a lo largo de toda su vida, también cuando aparece la enfermedad.

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