

El acompañamiento a una persona con discapacidad intelectual es un camino lleno de amor pero también de retos. Cuando una familia conecta con un centro ocupacional que entiende sus necesidades y comparte sus valores, nace una poderosa alianza.
¿Qué puede aportar esa colaboración?
• Mejor comprensión mutua: la familia entiende mejor los procesos del centro y los profesionales pueden adaptarse mejor a la realidad familiar.
• Coherencia educativa: si todos trabajan en la misma dirección (rutinas, hábitos, límites), el beneficio para la persona es mucho mayor.
• Apoyo emocional: las familias a menudo se sienten solas o incomprendidas. Un centro ocupacional activo puede ser también un espacio en el que compartir y crecer juntos.
Cuando se colabora desde la confianza y el respeto, se generan transformaciones reales. Las personas ganan autonomía y autoestima, y las familias pueden ver cómo sus hijos o hijas florecen.